Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea

II domingo del tiempo ordinario

Jn 2,1-11

Jn21 A los tres días, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. 2 Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.

3 Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». 4 Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». 5 Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga». 6 Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. 7 Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. 8 Entonces les dice: «Sacad ahora y llevadlo al mayordomo». Ellos se lo llevaron. 9 El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo 10 y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».

11 Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.


No he venido a llamar a justos, sino a pecadores

Sábado de la I semana del tiempo ordinario

Mc 2,13-17

13 Salió de nuevo a la orilla del mar; toda la gente acudía a él y les enseñaba. 14 Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dice: «Sígueme». Se levantó y lo siguió. 15 Sucedió que, mientras estaba él sentado a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaban con Jesús y sus discípulos, pues eran ya muchos los que lo seguían. 16 Los escribas de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos: «¿Por qué come con publicanos y pecadores?». 17 Jesús lo oyó y les dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

El Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados

Viernes de la I semana del tiempo ordinario

Mc 2,1-12

Mc21 Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. 2 Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Y les proponía la palabra. 3 Y vinieron trayéndole un paralítico llevado entre cuatro 4 y, como no podían presentárselo por el gentío, levantaron la techumbre encima de donde él estaba, abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. 5 Viendo Jesús la fe que tenían, le dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados». 6 Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: 7 «¿Por qué habla este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo uno, Dios?». 8 Jesús se dio cuenta enseguida de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso? 9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate, coge la camilla y echa a andar”? 10 Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —dice al paralítico—: 11 “Te digo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa”». 12 Se levantó, cogió inmediatamente la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual».

La lepra se le quitó, y quedó limpio

Jueves de la I semana del tiempo ordinario, memoria obligatoria de san Antonio Abad

Mc 1,40-45

40 Se le acerca un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme». 41 Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero: queda limpio». 42 La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. 43 Él lo despidió, encargándole severamente: 44 «No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio». 45 Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.

Curó a muchos enfermos de diversos males

Miércoles de la I semana del tiempo ordinario

Mc 1,29-39

29 Y enseguida, al salir ellos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés. 30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. 31 Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. 32 Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. 33 La población entera se agolpaba a la puerta. 34 Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.

35 Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. 36 Simón y sus compañeros fueron en su busca y, 37 al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca». 38 Él les responde:

«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido». 39 Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

Les enseñaba con autoridad

Martes de la I semana del tiempo ordinario

Mc 1,21b-28

21 Y entran en Cafarnaún y, al sábado siguiente, entra en la sinagoga a enseñar; 22 estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas. 23 Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar: 24 «¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». 25 Jesús lo increpó: «¡Cállate y sal de él!. 26 El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. 27 Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen». 28 Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

Convertíos y creed en el evangelio

Lunes de la I semana del tiempo ordinario

Mc 1,14-20

14 Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; 15 decía: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».

16 Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores. 17 Jesús les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».

18 Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. 19 Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. 20 A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.

Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos

Fiesta del Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo, en el que maravillosamente es proclamado como Hijo amado de Dios, las aguas son santificadas, el hombres es purificado y se alegra toda la tierra (elog. del Martirologio Romano).

  Himno de laudes de la fiesta

A la orilla del Jordán,
descalza el alma y los pies,
bajan buscando pureza
doce tribus de Israel.

Piensan que a la puerta está
el Mesías del Señor
y que, para recibirlo,
gran limpieza es menester.

Bajan hombres y mujeres,
pobres y ricos también,
y Juan sobre todos ellos
derrama el agua y la fe.

Mas ¿por qué se ha de lavar
el Autor de la limpieza?
Porque el bautismo hoy empieza,
y él lo quiere inaugurar. Amén.

Lc 3,15-16.21-22

15 Como el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, 16 Juan les respondió dirigiéndose a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.

21 Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, 22 bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco».

El amigo del esposo se alegra con la voz del esposo

Sábado de la II semana de Navidad

Jn 3,22-30

22 Después de esto, fue Jesús con sus discípulos a Judea, se quedó allí con ellos y bautizaba. 23 También Juan estaba bautizando en Enón, cerca de Salín, porque había allí agua abundante; la gente acudía y se bautizaba. 24 A Juan todavía no le habían metido en la cárcel. 25 Se originó entonces una discusión entre un judío y los discípulos de Juan acerca de la purificación; 26 ellos fueron a Juan y le dijeron: «Rabí, el que estaba contigo en la otra orilla del Jordán, de quien tú has dado testimonio, ese está bautizando, y todo el mundo acude a él». 27 Contestó Juan: «Nadie puede tomarse algo para sí si no se lo dan desde el cielo. 28 Vosotros mismos sois testigos de que yo dije: “Yo no soy el Mesías, sino que he sido enviado delante de él”. 29 El que tiene la esposa es el esposo; en cambio, el amigo del esposo, que asiste y lo oye, se alegra con la voz del esposo; pues esta alegría mía está colmada. 30 Él tiene que crecer, y yo tengo que menguar.

Y enseguida la lepra se le quitó

Viernes de la II semana de Navidad

Lc 5,12-16

12 Sucedió que, estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús, cayendo sobre su rostro, le suplicó, diciendo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». 13 Y extendiendo la mano, lo tocó diciendo:

«Quiero, queda limpio». Y enseguida la lepra se le quitó. 14 Y él le ordenó no comunicarlo a nadie; y le dijo: «Ve, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación según mandó Moisés, para que les sirva de testimonio». 15 Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírlo y a que los curara de sus enfermedades. 16 Él, por su parte, solía retirarse a despoblado y se entregaba a la oración.