Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso.

Jueves de la XXIII semana del tiempo ordinario, feria o Dulce Nombre de María, memoria libre.

Col 3,12-17
Sal 150
Lc 6,27-38

27En cambio, a vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, 28bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. 29Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. 30A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. 31Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. 32Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. 33Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. 34Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. 35Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos. 36Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. 37No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; 38dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

Bienventurados los pobres. Ay de vosotros, los ricos.

Miércoles de la XXIII semana del tiempo ordinario.

Col 3,1-11
Sal 144
Lc 6,20-26

20Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. 21Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. 22Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. 23Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. 24Pero ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo! 25¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis! 26¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas.

Pasó la noche orando. Escogió a doce, a los que también nombró apóstoles

Martes de la XXIII semana del tiempo ordinario.

Col 2,6-15
Sal 144
Lc 6,12-19

12En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios. 13Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: 14Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, 15Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote; 16Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. 17Después de bajar con ellos, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. 18Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, 19y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

Estaban al acecho para ver si curaba en sábado

Lunes de la XXIII semana del tiempo ordinario, feria o san Pedro Claver, presbítero, memoria libre.

Col 1,24-2,3
Sal 61
Lc 6,6-11

6Otro sábado, entró él en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. 7Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo. 8Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada: «Levántate y ponte en medio». Y, levantándose, se quedó en pie. 9Jesús les dijo: «Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?». 10Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo: «Extiende tu mano». Él lo hizo y su mano quedó restablecida. 11Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.

Aquel que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío

XXIII domingo del tiempo ordinario, solemnidad. En la diócesis de Córdoba también es solemnidad con motivo de la celebración de Nuestra Señora de la Fuensanta.

Sab 9,13-18
Sal 89
Flm 9b-10.12-17
Lc 14,25-33

25Mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: 26«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. 27Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío. 28Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? 29No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, 30diciendo: “Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”. 31¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil? 32Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. 33Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.

¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?

Sábado de la XXII semana del tiempo ordinario o Santa María en sábado, memoria libre.

Col 1,21-23
Sal 53
Lc 6,1-5

Lc61Un sábado, iba él caminando por medio de un sembrado y sus discípulos arrancaban y comían espigas, frotándolas con las manos. 2Unos fariseos dijeron: «¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?». 3Respondiendo Jesús, les dijo: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros sintieron hambre? 4Entró en la casa de Dios, y tomando los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, comió él y dio a los que estaban con él». 5Y les decía: «El Hijo del hombre es señor del sábado».

Les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán

Viernes de la XXII semana del tiempo ordinario, feria.

Col 1,15-20
Sal 99
Lc 5,33-39

33Pero ellos le dijeron: «Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber». 34Jesús les dijo: «¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? 35Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán en aquellos días». 36Les dijo también una parábola: «Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si lo hace, el nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo. 37Nadie echa vino nuevo en odres viejos: porque, si lo hace, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se estropearán. 38A vino nuevo, odres nuevos. 39Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: “El añejo es mejor”».

Dejándolo todo, le siguieron

Jueves de la XXII semana del tiempo ordinario, feria.

Col 1,9-14
Sal 97
Lc 5,1-11

Lc51Una vez que la gente se agolpaba en torno a él para oír la palabra de Dios, estando él de pie junto al lago de Genesaret, 2vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes. 3Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. 4Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca». 5Respondió Simón y dijo: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes». 6Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. 7Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. 8Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo: «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador». 9Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; 10y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Y Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres». 11Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Es necesario que evangelice también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado

Miércoles de la XXII semana del tiempo ordinario, feria.

Col 1,1-8
Sal 51
Lc 4,38-44

38Al salir Jesús de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le rogaron por ella. 39Él, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles. 40Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando. 41De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban y decían: «Tú eres el Hijo de Dios». Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías. 42Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar desierto. La gente lo andaba buscando y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de ellos. 43Pero él les dijo: «Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado». 44Y predicaba en las sinagogas de Judea.

Sé quien eres: el Santo de Dios

Martes de la XXII semana del tiempo ordinario. San Gregorio Magno, papa y doctor de la Iglesia, memoria obligatoria.

1 Tes 5,1-6.9-11
Sal 26
Lc 4,31-37

31Y bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. 32Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad. 33Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz: 34«¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». 35Pero Jesús le increpó diciendo: «¡Cállate y sal de él!». Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño. 36Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí: «¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen». 37Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.