Mi hija acaba de morir, pero ven tú y vivirá

Lunes de la XIV semana del tiempo ordinario.

Mt 9,18-26

18 Mientras les decía esto, se acercó un jefe de los judíos que se arrodilló ante él y le dijo: «Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, impón tu mano sobre ella y vivirá». 19 Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos. 20 Entre tanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orla del manto, 21 pensando que con solo tocarle el manto se curaría. 22 Jesús se volvió y al verla le dijo: «¡Ánimo, hija! Tu fe te ha salvado». Y en aquel momento quedó curada la mujer. 23 Jesús llegó a casa de aquel jefe y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, 24 dijo: «¡Retiraos! La niña no está muerta, está dormida». Se reían de él. 25 Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano y ella se levantó. 26 La noticia se divulgó por toda aquella comarca.

Descansará sobre ellos vuestra paz

Domingo XIV del tiempo ordinario.

Lc 10,1-12.17-20

Lc101 Después de esto, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. 2 Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. 3 ¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. 4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino. 5 Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. 6 Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. 7 Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa. 8 Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, 9 curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: “El reino de Dios ha llegado a vosotros”. 10 Pero si entráis en una ciudad y no os reciben, saliendo a sus plazas, decid: 11 “Hasta el polvo de vuestra ciudad, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que el reino de Dios ha llegado”. 12 Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para esa ciudad.

17 Los setenta y dos volvieron con alegría, diciendo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre». 18 Él les dijo: «Estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo. 19 Mirad: os he dado el poder de pisotear serpientes y escorpiones y todo poder del enemigo, y nada os hará daño alguno. 20 Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo».

¿Es qué pueden guardar luto mientras el esposo está con ellos?

Sábado de la XIII semana del tiempo ordinario. Santa María Goretti, virgen y mártir, memoria libre.

Mt 9,14-17

14 Los discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?». 15 Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán. 16 Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor. 17 Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres: se derrama el vino y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas se conservan».

No tienen necesidad de médico los sanos; misericordia quiero y no sacrificio

Viernes de la XIII semana del tiempo ordinario. San Antonio María Zaccaria, memoria libre.

Mt 9,9-13

9 Al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. 10 Y estando en la casa, sentado a la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos. 11 Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?».

12 Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. 13 Andad, aprended lo que significa “Misericordia quiero y no sacrificio”: que no he venido a llamar a justos sino a pecadores».

La gente alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad

Jueves de la XIII semana del tiempo ordinario. Santa Isabel de Portugal, memoria libre.

Mt 9,1-8

Mt91 Subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. 2 En esto le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo!, tus pecados te son perdonados». 3 Algunos de los escribas se dijeron: «Este blasfema». 4 Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? 5 ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y echa a andar”? 6 Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados —entonces dice al paralítico—: “Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa”». 7 Se puso en pie y se fue a su casa. 8 Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.

¡Señor mío y Dios mío!

Miércoles de la XIII semana del tiempo ordinario. Santo Tomás apóstol, fiesta.

Jn 20,24-29

24 Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. 25 Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo». 26 A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros». 27 Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». 28 Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!». 29 Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».

Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma

Martes de la XIII semana del tiempo ordinario.

Mt 8,23-27

23 Subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. 24 En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. 25 Se acercaron y lo despertaron gritándole: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!». 26 Él les dice: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?». Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma. 27 Los hombres se decían asombrados: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar lo obedecen?».

Sígueme

Lunes de la XIII semana del tiempo ordinario.

Mt 8,18-22

18 Viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de cruzar a la otra orilla 19 Se le acercó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas».

20 Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». 21 Otro, que era de los discípulos, le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». 22 Jesús le replicó: «Tú, sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos».

Tomó la decisión de ir a Jerusalén. Te seguiré adondequiera que vayas

Domingo de la XIII semana del tiempo ordinario.

Lc 9,51-62

51 Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. 52 Y envió mensajeros delante de él. Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. 53 Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén. 54 Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?». 55 Él se volvió y los regañó. 56 Y se encaminaron hacia otra aldea.

57 Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adondequiera que vayas». 58 Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». 59 A otro le dijo: «Sígueme». Él respondió: «Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre». 60 Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios». 61 Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa». 62 Jesús le contestó: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».

Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos

Sábado de la XIII semana del tiempo ordinario. Solemnidad de los apóstoles san Pedro y san Pablo.

Mt 16,13-19

13 Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». 14 Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». 15 Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». 16 Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».

17 Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18 Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. 19 Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».