Martes de la XXIV semana del tiempo ordinario, feria, o san Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia, memoria libre.
1 Tim 3,1-13
Sal 100
Lc 7,11-17
11Poco tiempo después iba camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío. 12Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. 13Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo: «No llores». 14Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!». 15El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre. 16Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo». 17Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.