20-11 San Edmundo

San Basilio de Antioquía, mártir
San Crispín de Écija, obispo y mártir
San Dasio, mártir
Santos Octavio, Solutor y Adventor, mártires
San Teonesto, mártir
San Doro de Benevento, obispo
San Silvestre de Châlon-sur-Saône, obispo
San Hipólito de Condat, abad y obispo
San Gregorio Decapolita, monje
San Edmundo, mártir
San Bernwardo de Hildesheim, obispo
San Cipriano de Calamizzi, abad
San Francisco Javier Can, catequista mártir
Beata María Fortunata Viti, monja
Beatas Ángela de San José Lloret Martí y catorce compañeras, vírgenes y mártires
Beata María de los Milagros Ortells Gimeno, virgen y mártir

¿Por qué no pusiste mi dinero en el banco?

Miércoles de la XXXIII semana del tiempo ordinario, feria.

2 Mac 7,1.20-31
Sal 16
Lc 19,11-28

11Mientras ellos escuchaban todo esto, añadió una parábola, porque él estaba cerca de Jerusalén y pensaban que el reino de Dios iba a manifestarse enseguida. 12Dijo, pues: «Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. 13Llamó a diez siervos suyos y les repartió diez minas de oro, diciéndoles: “Negociad mientras vuelvo”. 14Pero sus conciudadanos lo aborrecían y enviaron tras de él una embajada diciendo: “No queremos que este llegue a reinar sobre nosotros”. 15Cuando regresó de conseguir el título real, mandó llamar a su presencia a los siervos a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. 16El primero se presentó y dijo: “Señor, tu mina ha producido diez”. 17Él le dijo: “Muy bien, siervo bueno; ya que has sido fiel en lo pequeño, recibe el gobierno de diez ciudades”. 18El segundo llegó y dijo: “Tu mina, señor, ha rendido cinco”. 19A ese le dijo también: “Pues toma tú el mando de cinco ciudades”. 20El otro llegó y dijo: “Señor, aquí está tu mina; la he tenido guardada en un pañuelo, 21porque tenía miedo, pues eres un hombre exigente que retiras lo que no has depositado y siegas lo que no has sembrado”. 22Él le dijo: “Por tu boca te juzgo, siervo malo. ¿Conque sabías que soy exigente, que retiro lo que no he depositado y siego lo que no he sembrado? 23Pues ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses”. 24Entonces dijo a los presentes: “Quitadle a este la mina y dádsela al que tiene diez minas”. 25Le dijeron: “Señor, ya tiene diez minas”. 26“Os digo: al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. 27Y en cuanto a esos enemigos míos, que no querían que llegase a reinar sobre ellos, traedlos acá y degolladlos en mi presencia”». 28Dicho esto, caminaba delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.

19-11 San Abdías

San Abdías, santo del AT
San Máximo de Cesarea, mártir
Santos Severino, Exuperio y Feliciano, mártires
San Bárlaam, mártir
Santas Cuarenta mujeres, mártires
San Eudón, abad
San Simón de Monte Mercurio, eremita
Santa Matilde, virgen
Beato Jacobo Benfatti, religioso y obispo
Beatos Eliseo García García y Alejandro Planas Saurí, mártires

El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

Martes de la XXXIII semana del tiempo ordinario, feria.

2 Mac 6,18-31
Sal 3
Lc 19,1-10

19 1Entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. 2En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, 3trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. 4Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí. 5Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa». 6Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento. 7Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». 8Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más». 9Jesús le dijo: «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. 10Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

18-11 Dedicación de la Basílica de San Pedro y San Pablo

Dedicación de las basílicas de San Pedro y San Pablo
San Román de Cesarea, diácono y mártir
San Patroclo de Colombier, presbítero
San Maudeto, abad
San Romacario de Coutances, obispo
San Teofredo, abad y mártir
San Odón de Cluny, abad
Beatos Leonardo Kimura y cuatro compañeros, mártires
Santa Filipina Duchesne, virgen
Beato Grimoaldo de la Purificación Santamaría, religioso
Beata Carolina Kózka, virgen y mártir
Beatas María del Refugio Hinojosa y Naveros y cinco compañeras, vírgenes y mártires
Beato Vidal Luis Gómara, presbítero y mártir
Beatos Ovidio Bertrán y cinco compañeros, mártires

¿Qué quieres que haga por ti? Señor, que recobre la vista.

Lunes de la XXXIII semana del tiempo ordinario, feria o dedicación de las basílicas de San Pedro y San Pablo, apóstoles, memoria libre.

1 Mac 1,10-15.41-43.54-57.62-64.
Sal 118
Lc 18,35-43

35Cuando se acercaba a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. 36Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; 37y le informaron: «Pasa Jesús el Nazareno». 38Entonces empezó a gritar: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!». 39Los que iban delante lo regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!». 40Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: 41«¿Qué quieres que haga por ti?». Él dijo: «Señor, que recobre la vista». 42Jesús le dijo: «Recobra la vista, tu fe te ha salvado». 43Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.

Para la memoria:

Hch 28,11-16.30-31
Sal 97
Mt 14,22-33

22Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo». 23Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando». 24Él les contestó: «Solo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel». 25Ella se acercó y se postró ante él diciendo: «Señor, ayúdame». 26Él le contestó: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos». 27Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos». 28Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas». En aquel momento quedó curada su hija. 29Desde allí Jesús se dirigió al mar de Galilea, subió al monte y se sentó en él. 30Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los ponían a sus pies y él los curaba. 31La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y daban gloria al Dios de Israel. 32Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino». 33Los discípulos le dijeron: «¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?».

Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

Domingo XXXIII del tiempo ordinario, solemnidad.

Mal 3,19-20a
Sal 97
2 Tes 3,7-12
Lc 21,5-19

5Y como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo: 6«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida». 7Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?». 8Él dijo: «Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos. 9Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida». 10Entonces les decía: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, 11habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo. 12Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. 13Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. 14Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, 15porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. 16Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, 17y todos os odiarán a causa de mi nombre. 18Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; 19con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

17-11 San Acisclo y Santa Victoria

Santa Isabel de Hungría, viuda
San Gregorio «Taumaturgo», obispo
Santos Alfeo y Zaqueo, mártires
San Acisclo, mártir
San Aniano de Orleáns, obispo
San Namacio de Vienne, obispo
San Gregorio de Tours, obispo
Santa Hilda, abadesa
San Florino, presbítero
San Lázaro, monje confesor
San Hugo de Novara, abad
San Hugo de Lincoln, obispo
Beata Salomé, abadesa
Santa Gertrudis la Magna, virgen
Beato León Saisho Shichiemon Atsutomo, mártir
San Juan del Castillo, presbítero y mártir
Santos Jordán Ansalone y Tomás Hioji Rokuzayemon Nishi, presbíteros y mártires
Beato Lope Sebastián Hunot, presbítero y mártir
Beato Eusebio Andrés, religioso y mártir
Beato Josafat Kocylovskyj, obispo y mártir

Dios hará justicia a sus elegidos que claman ante él.

Sábado de la XXXII semana del tiempo ordinario o santa María en sábado, memoria libre o santa Margarita de Escocia, memoria libre o santa Gertrudis, virgen, memoria libre.

Sab 18,14-16;19,6-9
Sal 104
Lc 18,1-8

18 1Les decía una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer. 2«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. 3En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario”. 4Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, 5como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”». 6Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; 7pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? 8Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».