Sígueme

Lunes de la XIII semana del tiempo ordinario.

Mt 8,18-22

18 Viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de cruzar a la otra orilla 19 Se le acercó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas».

20 Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». 21 Otro, que era de los discípulos, le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». 22 Jesús le replicó: «Tú, sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos».

Tomó la decisión de ir a Jerusalén. Te seguiré adondequiera que vayas

Domingo de la XIII semana del tiempo ordinario.

Lc 9,51-62

51 Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. 52 Y envió mensajeros delante de él. Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. 53 Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén. 54 Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?». 55 Él se volvió y los regañó. 56 Y se encaminaron hacia otra aldea.

57 Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adondequiera que vayas». 58 Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». 59 A otro le dijo: «Sígueme». Él respondió: «Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre». 60 Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios». 61 Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa». 62 Jesús le contestó: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».

Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos

Sábado de la XIII semana del tiempo ordinario. Solemnidad de los apóstoles san Pedro y san Pablo.

Mt 16,13-19

13 Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». 14 Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». 15 Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». 16 Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».

17 Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18 Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. 19 Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».

¡Alegraos conmigo!

Viernes de la XII semana del tiempo ordinario. Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.

Lc 15,3-7

3 Jesús les dijo esta parábola: 4 «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? 5 Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; 6 y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice: “¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido”. 7 Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.

La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena

Jueves de la XII semana del tiempo ordinario. San Cirilo de Alejandría, obispo y doctor de la Iglesia, memoria libre.

Mt 7,21-29

21 No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Aquel día muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?”. 23 Entonces yo les declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad”.

24 El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. 25 Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.

26 El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. 27 Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».

28 Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, 29 porque les enseñaba con autoridad y no como sus escribas.

Por sus frutos los conoceréis

Miércoles de la XII semana del tiempo ordinario. San Pelayo, mártir, memoria obligatoria en la diócesis de Córdoba.

Mt 7,15-20

15 Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? 17 Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. 18 Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. 19 El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. 20 Es decir, que por sus frutos los conoceréis.

No os agobiéis por el mañana

Sábado de la XI semana del tiempo ordinario. San Paulino de Nola, obispo, memoria libre. San Juan Fischer y San Tomás Moro, mártires, memoria libre.

Mt 6,24-34

24 Nadie puede servir a dos señores. Porque despreciará a uno y amará al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. 25 Por eso os digo: no estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? 26 Mirad los pájaros del cielo: no siembran ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? 27 ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? 28 ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. 29 Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. 30 Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se arroja al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? 31 No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. 32 Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. 33 Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura. 34 Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le basta su desgracia.

Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón

Viernes de la XI semana del tiempo ordinario. San Luis Gonzaga, memoria obligatoria.

19 No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen y donde los ladrones abren boquetes y los roban. 20 Haceos tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que los roen, ni ladrones que abren boquetes y roban. 21 Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón. 22 La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; 23 pero si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Si, pues, la luz que hay en ti está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!

Vosotros orad así

Jueves de la XI semana del tiempo ordinario.

Mt 6,7-15

7 Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. 8 No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. 9 Vosotros orad así:

“Padre nuestro que estás en el cielo, | santificado sea tu nombre,

10 venga a nosotros tu reino, | hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo,

11 danos hoy nuestro pan de cada día,

12 perdona nuestras ofensas, | como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,

13 no nos dejes caer en la tentación, | y líbranos del mal”.

14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, 15 pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.

Tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará

Miércoles de la XI semana del tiempo ordinario. San Romualdo, abad, memoria libre.

Mt 6,1-6.16-18

Mt61 Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial. 2 Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa. 3 Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; 4 así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

5 Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. 6 Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.

16 Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga. 17 Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, 18 para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.