Tomó la decisión de ir a Jerusalén

Martes de la XXVI semana del tiempo ordinario. Santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora de la Iglesia, memoria obligatoria.

Zac 8,20-23
Sal 86
Lc 9,51-56

51Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. 52Y envió mensajeros delante de él. Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. 53Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén. 54Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?». 55Él se volvió y los regañó. 56Y se encaminaron hacia otra aldea.

El más pequeño de vosotros es el más importante.

Lunes de la XXVI semana del tiempo ordinario. San Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia, memoria obligatoria.

Zac 8,1-8
Sal 101
Lc 9,46-50

46Se suscitó entre ellos una discusión sobre quién sería el más importante. 47Entonces Jesús, conociendo los pensamientos de sus corazones, tomó de la mano a un niño, lo puso a su lado 48y les dijo: «El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Pues el más pequeño de vosotros es el más importante». 49Entonces Juan tomó la palabra y dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no anda con nosotros». 50Jesús le respondió: «No se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro».

Recibiste bienes, y Lázaro males: ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.

Domingo XXVI semana del tiempo ordinario.

Am 6,1a.4-7
Sal 145
1 Tim 6,11-16
Lc 16,19-31

19Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día. 20Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, 21y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Y hasta los perros venían y le lamían las llagas. 22Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. Murió también el rico y fue enterrado. 23Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, 24y gritando, dijo: “Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”. 25Pero Abrahán le dijo: “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado. 26Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros”. 27Él dijo: “Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, 28pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento”. 29Abrahán le dice: “Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”. 30Pero él le dijo: “No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán”. 31Abrahán le dijo: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”».

El Hijo del hombre va a ser entregado. Les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

Sábado de la XXV semana del tiempo ordinario. Santos Adolfo y Juan, mártires, memoria libre en la diócesis de Córdoba.

Zac 2,5-9.14-15c
Salmo: Jer 31,10-13
Lc 9,43b-45

Entre la admiración general por lo que hacía, dijo a sus discípulos: 44«Meteos bien en los oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres». 45Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no captaban el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho.

Viernes de la XXV semana del tiempo ordinario. San Vicente de Paúl, presbítero, memoria obligatoria.

Ag 2,1-9
Sal 42
Lc 9,18-22

18Una vez que Jesús estaba orando solo, lo acompañaban sus discípulos y les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». 19Ellos contestaron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas». 20Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro respondió: «El Mesías de Dios». 21Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. 22Porque decía: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?

Jueves de la XXV semana del tiempo ordinario, feria, o santos Cosme y Damián, mártires, memoria libre.

Ag 1,1-8
Sal 149
Lc 9,7-9

7El tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; 8otros, en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. 9Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?». Y tenía ganas de verlo.

Los envío a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos.

Miércoles de la XXV semana del tiempo ordinario, feria.

Esd 9,5-9
Salmo: Tob 13,1-10
Lc 9,1-6

Lc9 1Habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. 2Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, 3diciéndoles: «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno. 4Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. 5Y si algunos no os reciben, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de vuestros pies, como testimonio contra ellos». 6Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.

Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.

Martes de la XXV semana del tiempo ordinario, feria, o Bienaventurada Virgen de la Merced, memoria libre.

Esd 6,7-8.12b.14-20
Sal 121
Lc 8,19-21

19Vinieron a él su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. 20Entonces le avisaron: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte». 21Él respondió diciéndoles: «Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».

La lámpara se pone en el candelero para que los que entren vean la luz.

Lunes de la XXV semana del tiempo ordinario. San Pío de Pietrelcina, presbítero, memoria obligatoria.

Esd 1,1-6
Sal 125
Lc 8,16-18

16Nadie que ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o la mete debajo de la cama, sino que la pone en el candelero para que los que entren vean la luz. 17Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público. 18Mirad, pues, cómo oís, pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener».

No podéis servir a Dios y al dinero.

Domingo de la XXV semana del tiempo ordinario, solemnidad.

Am 8,4-7
Sal 112
1 Tim 2,1-8
Lc 16,1-13

Lc16 1Decía también a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes. 2Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”. 3El administrador se puso a decir para sí: “¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. 4Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”. 5Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: 6“¿Cuánto debes a mi amo?”. Este respondió: “Cien barriles de aceite”. Él le dijo: “Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”. 7Luego dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?”. Él dijo: “Cien fanegas de trigo”. Le dice: “Toma tu recibo y escribe ochenta”. 8Y el amo alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz. 9Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. 10El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto. 11Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? 12Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? 13Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».