Tú tienes palabras de vida eterna

Sábado de la III semana de Pascua.

Jn 6,60-69

60 Muchos de sus discípulos, al oírlo, dijeron: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?». 61 Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: «¿Esto os escandaliza?, 62 ¿y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? 63 El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. 64 Y, con todo, hay algunos de entre vosotros que no creen». Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. 65 Y dijo: «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede». 66 Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.

67 Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?». 68 Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; 69 nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida

Viernes de la III semana de Cuaresma. San Juan de Ávila, presbítero y doctor de la Iglesia.

Jn 6,52-59

52 Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?». 53 Entonces Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. 55 Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. 57 Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí. 58 Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».

59 Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo

Jueves de la III semana de Pascua.

Jn 6,44-51

44 Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré en el último día. 45 Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. 46 No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. 47 En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.

48 Yo soy el pan de la vida. 49 Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; 50 este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. 51 Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».

Esta es la voluntad del Padre: que todo el que ve al Hijo tenga vida eterna

Miércoles de la III semana de Pascua.

Jn 6,35-40

35 Jesús les contestó: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás; 36 pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis. 37 Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, 38 porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. 39 Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. 40 Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día»

No fue Moisés, sino que es mi Padre el que da el verdadero pan del cielo

Martes de la III semana de Pascua.

Jn 6,30-35

30 Le replicaron: «¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”». 32 Jesús les replicó: «En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. 33 Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo». 34 Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de este pan».

35 Jesús les contestó: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás eterna».

Trabajad no por el alimento que perece, sino por el que perdura para la vida eterna

Lunes de la III semana de Pascua.

Jn 6,22-29

22 Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos. 23 Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias. 24 Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.

25 Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?». 26 Jesús les contestó: «En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. 27 Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios». 28 Ellos le preguntaron: «Y ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?». 29 Respondió Jesús: «La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».

Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado

III domingo de Pascua.

Jn 21,1-19

Jn211 Después de esto Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: 2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. 3 Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar». Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo». Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. 4 Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. 5 Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?». Ellos contestaron: «No». 6 Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. 7 Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: «Es el Señor». Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. 8 Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. 9 Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. 10 Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger». 11 Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.

12 Jesús les dice: «Vamos, almorzad». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. 13 Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.

14 Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.

15 Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero».

Jesús le dice: «Apacienta mis corderos». 16 Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Él le dice: «Pastorea mis ovejas». 17 Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero». Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. 18 En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras». 19 Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme».

Vieron a Jesús caminando sobre el mar

Sábado de la II semana de Pascua.

Jn 6,16-21

16 Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, 17 embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; 18 soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. 19 Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron. 20 Pero él les dijo: «Soy yo, no temáis». 21 Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.

Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces?

Viernes de la II semana de Pascua. Santos Felipe y Santiago.

Jn 14,6-14

6 Jesús le responde: «Yo soy el camino y la verdad y la vida*. Nadie va al Padre sino por mí. 7 Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto». 8 Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». 9 Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? 10 ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. 11 Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.

12 En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. 13 Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14 Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.

El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano

Jueves de la II semana de Pascua. San Atanasio, obispo y doctor de la Iglesia.

Jn 3,31-36

31 El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. 32 De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. 33 El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. 34 El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. 35 El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. 36 El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él».