Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo; recibid el Espíritu Santo

Solemnidad de Pentecostés.

Día de Pentecostés, en el que se concluyen los sagrados cincuenta días de la Pascua y se conmemoran, junto con la efusión del Espíritu Santo sobre los discípulos en Jerusalén, los orígenes de la Iglesia y el inicio de la misión apostólica a todas las tribus, lenguas, pueblos y naciones.

Misa de la Vigilia.

Jn 7,37-39

37 El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús en pie gritó: «El que tenga sed, que venga a mí y beba 38 el que cree en mí; como dice la Escritura: “de sus entrañas manarán ríos de agua viva”».

39 Dijo esto refiriéndose al Espíritu, que habían de recibir los que creyeran en él. Todavía no se había dado el Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado.

Misa del día de Pentecostés.

Jn 20,19-23

19 Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». 20 Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. 21 Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». 22 Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; 23 a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Este es el discípulo que ha escrito esto, y su testimonio es verdadero

Sábado de la VII semana de Pascua.

Jn 21,20-25

20 Pedro, volviéndose, vio que les seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?». 21 Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor, y este, ¿qué?». 22 Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme». 23 Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?».

24 Este es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.

25 Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni el mundo entero podría contener los libros que habría que escribir.

Apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas

Viernes de la VII semana de Pascua.

Jn 21,15-19

15 Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero».

Jesús le dice: «Apacienta mis corderos». 16 Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Él le dice: «Pastorea mis ovejas». 17 Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero». Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. 18 En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras». 19 Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme».

¡Qué sean completamente uno!

Jueves de la VII semana de Pascua. San Norberto, obispo, memoria obligatoria. En Córdoba, beato José María Peris, presbítero y mártir, memoria libre.

Jn 17,20-26

20 No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. 22 Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; 23 yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. 24 Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. 25 Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. 26 Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».

Que sean uno, como nosotros

Miércoles de la VII semana de Pascua. San Bonifacio, obispo y mártir, memoria obligatoria.

Jn 17,11b-19

11 Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. 12 Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. 13 Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida. 14 Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15 No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. 16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17 Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. 18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. 19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.

Padre, glorifica a tu Hijo

Martes de la VII semana de Pascua.

Jn 17,1-11a

Jn171 Así habló Jesús y, levantando los ojos al cielo, dijo:

«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti 2 y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le has dado. 3 Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. 4 Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. 5 Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese. 6 He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. 7 Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, 8 porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. 9 Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. 10 Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. 11 Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti.