No desprecian a un profeta más que en su tierra

MIÉRCOLES DE LA IV SEMANA DEL TIEMPOR ORDINARIO, SANTA ÁGUEDA, VIRGEN Y MÁRTIR, MEMORIA OBLIGATORIA.

2 Sam 24,9-17
Sal 31
Mc 6,1-6

Mc 6 1Saliendo de allí se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. 2Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? 3¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?». Y se escandalizaban a cuenta de él. 4Les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa». 5No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. 6Y se admiraba de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

05-02 Santa Águeda

Santa Águeda, virgen y mártir
Santos Mártires del Ponto, mártires
San Avito de Vienne, obispo
San Ingenuino de Sabiona, obispo
San Lucas, abad
San Sabas el Joven, monje
San Albuino de Brixen, obispo
Santa Adalheide, abadesa
Santos Pablo Miki y veinticinco compañeros, mártires
Beata Francisca Mézière, virgen y mártir
Beata Isabel Canori Mora, madre de familia
San Jesús Méndez Montoya, presbítero y mártir

Contigo hablo, niña, levántate

MARTES DE LA IV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, FERIA.

2Sam 18,9-10.14b.24-25.30-19,3
Sal 85,1-2.3-4.5-6
Mc 5,21-43

21Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar. 22Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, 23rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva». 24Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba. 25Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. 26Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. 27Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, 28pensando: «Con solo tocarle el manto curaré». 29Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. 30Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba: «¿Quién me ha tocado el manto?». 31Los discípulos le contestaban: «Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”». 32Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. 33La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad. 34Él le dice: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad». 35Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?». 36Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe». 37No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. 38Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos 39y después de entrar les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida». 40Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, 41la cogió de la mano y le dijo: Talitha qumi (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). 42La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor. 43Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

04-02 San Isidoro Pelusiota

San Eutiquio, mártir
Santos Papías, Diodoro y Claudiano, mártires
Santos Fileas y Filoromo, mártires
San Isidoro de Pelusio, monje y presbítero
San Aventino de Chartres, obispo
San Aventino, laico
San Rabano Mauro, monje y obispo
San Nicolás Estudita, monje
San Gilberto de Sempringham, monje y presbítero
Santa Juana de Valois, fundadora
Beato Juan Speed, mártir
San José de Leonessa, religioso presbítero
San Juan de Brito, presbítero y mártirSanta Verónica, santa del NT

03-02 San Blas de Sebaste

San Blas de Sebaste, obispo y mártir
San Oscar de Bremen, monje y obispoSantos Simeón y Ana, santos del NT
San Celerino, lector y mártir
San Leonio, presbítero
Santos Teridio de Gap y Remedio de Gap, obispos
San Lupicino de Lyon, obispo
San Adelino, abad y presbítero
Santa Wereburga, abadesa
Santa Berlinda, virgen
Beato Helinando, monje
Beato Juan Nelson, presbítero y mártir
Beato Justo Takayama Ukon, mártir
Santa María de San Ignacio Thévenet, virgen y fundadora
Beata María Ana Rivier, virgen y fundadora
Beata María Elena Stollenwerk, virgen y fundadora
Beato Alois Andritzki, presbítero y mártir

Espíritu inmundo, sal de este hombre.

LUNES DE LA IV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, FERIA, O BIEN SAN BLAS, OBISPO Y MÁRTIR, MEMORIA LIBRE O SAN ÓSCAR, OBISPO, MEMORIA LIBRE.

2Sam 15,13-14.30;16,5-13
Sal 3,2-3.4-5.6-7
Mc 5,1-20

Mc5 1Y llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. 2Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. 3Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; 4muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. 5Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. 6Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él 7y gritó con voz potente: «¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes». 8Porque Jesús le estaba diciendo: «Espíritu inmundo, sal de este hombre». 9Y le preguntó: «¿Cómo te llamas?». Él respondió: «Me llamo Legión, porque somos muchos». 10Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca. 11Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. 12Los espíritus le rogaron: «Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos». 13Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar. 14Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado. 15Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron. 16Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. 17Ellos le rogaban que se marchase de su comarca. 18Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. 19Pero no se lo permitió, sino que le dijo: «Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti». 20El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

02-02 La Presentación del Señor

Fiesta de la Presentación del Señor
San Flósculo de Orleans, obispo
San Lorenzo de Canterbury, obispo
San Burcardo de Würzburg, obispo
Beato Simón Fidati de Cascia, monje y presbítero
Beato Pedro Cambiani de Ruffia, presbítero y mártir
Santa Catalina de Ricci, virgen
Santa Juana de Lestonnac, viuda y fundadora
San Nicolás Saggio de Langobardis, religioso
Beato Esteban Bellesini, religioso presbítero
San Juan Teófano Vénard, presbítero y mártir
Santa María Catalina Kasper, virgen y fundadora
Beato Luis Brisson, presbítero y fundador
Beato Andrés Carlos Ferrari, obispo
Beata María Dominica Mantovani, virgen y fundadora
Beato Tshimangadzo Samuel Benedicto Daswa, mártir

Mis ojos han visto a tu Salvador.

DOMINGO DE LA IV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. FIESTA DE LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR, «LA CANDELARIA».

Fiesta de la Presentación del Señor, llamada Hypapanante por los griegos; cuarenta días después de Navidad, Jesús fue llevado al Templo por María y José, y lo que pudo aparecer como cumplimiento de la ley mosaica se convirtió, en realidad, en su encuentro con el pueblo creyente y gozoso. Se manifestó, así, como luz para alumbrar a las naciones y gloria de su pueblo, Israel.

Mal 3,1-4
Sal 23,7.8.9.10
Hb 2,14-18
Lc 2,22-40

22Cuando se cumplieron los días de su purificación, según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, 23de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», 24y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones». 25Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. 26Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. 27Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, 28Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: 29«Ahora, Señor, según tu promesa, | puedes dejar a tu siervo irse en paz. 30Porque mis ojos han visto a tu Salvador, 31a quien has presentado ante todos los pueblos: 32luz para alumbrar a las naciones | y gloria de tu pueblo Israel». 33Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. 34Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción 35—y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones». 36Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, 37y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. 38Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. 39Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. 40El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

01-02 Santa Brígida de Kildare

San Trifón, mártir
San Severo de Ravena, obispo
San Pablo de Trois-Châteaux, obispo
Santa Brígida de Kildare, abadesa
San Urso, presbítero
San Agripano de Le Puy, obispo y mártir
San Sigeberto III, rey
San Raimundo de Fitero, abad y fundador
San Juan de Craticula, obispo
Beato Reginaldo de Orleans, religioso presbítero
Santa Viridiana, virgen y reclusa
Beato Andrés de Segni, religioso presbítero
Beatos Conor O`Devany y Patricio O`Lougham, mártires
San Enrique Morse, mártir
Beatas Maria Ana Vaillot y cuarenta y seis compañeras, mártires
Santos Pablo Hong Yông-ju, Juan Yi Mun-u y Bárbara Ch’oe Yong-i, mártires
Beata Juana Francisca de la Visitación, virgen y fundadora
Beato Luis Variara, presbítero y fundador

Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?

SÁBADO DE LA III SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, FERIA.

2Sam 12,1-7a.10-17
Sal 50,12-13.14-15.16-17
Mc 4,35-41

35Aquel día, al atardecer, les dice Jesús: «Vamos a la otra orilla». 36Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. 37Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. 38Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?». 39Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio, enmudece!». El viento cesó y vino una gran calma. 40Él les dijo: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». 41Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: «¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!».