Fiesta de San Andrés Apóstol

El próximo día 30 celebramos la fiesta del apóstol titular de nuestra parroquia, san Andrés Apóstol. La celebración constará de un tiempo de adoración del Santísimo, la Eucarístía y a continuación disfrutaremos de un tiempo de convivencia en el que compartiremos lo que cada uno traiga para cenar.

¡No os lo perdáis! ¡Os esperamos!

No es Dios de muertos, sino de vivos

Sábado de la XXXIII semana del tiempo ordinario

Lc 20, 27-40

27 Se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron: 28 «Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano”. 29 Pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos. 30 El segundo 31 y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. 32 Por último, también murió la mujer. 33 Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer». 34 Jesús les dijo: «En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, 35 pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. 36 Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección. 37 Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. 38 No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos». 39 Intervinieron unos escribas: «Bien dicho, Maestro». 40 Y ya no se atrevían a hacerle más preguntas.

Habéis hecho de la casa de Dios una «cueva de bandidos»

Viernes de la XXXIII semana del tiempo ordinario

Lc 19,45-48

45 Después entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, 46 diciéndoles: «Escrito está: “Mi casa será casa de oración”; pero vosotros la habéis hecho una “cueva de bandidos”».

47 Todos los días enseñaba en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo buscaban acabar con él, 48 pero no sabían qué hacer, porque todo el pueblo estaba pendiente de él, escuchándolo.

¿Si reconocieras lo que conduce a la paz?

Jueves de la XXXIII semana del tiempo ordinario

Lc 19,41-44

41 Al acercarse y ver la ciudad, lloró sobre ella, 42 mientras decía: «¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos. 43 Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos lados, 44 te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita».

¿Por qué no pusiste mi dinero en el banco?

Presentación de la Bienaventurada Virgen María

Miércoles de la XXXIII semana del tiempo ordinario

Lc 19,11-28

11 Mientras ellos escuchaban todo esto, añadió una parábola, porque él estaba cerca de Jerusalén y pensaban que el reino de Dios iba a manifestarse enseguida. 12 Dijo, pues: «Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. 13 Llamó a diez siervos suyos y les repartió diez minas de oro, diciéndoles: “Negociad mientras vuelvo”. 14 Pero sus conciudadanos lo aborrecían y enviaron tras de él una embajada diciendo: “No queremos que este llegue a reinar sobre nosotros”. 15 Cuando regresó de conseguir el título real, mandó llamar a su presencia a los siervos a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.

16 El primero se presentó y dijo: “Señor, tu mina ha producido diez”. 17 Él le dijo: “Muy bien, siervo bueno; ya que has sido fiel en lo pequeño, recibe el gobierno de diez ciudades”. 18 El segundo llegó y dijo: “Tu mina, señor, ha rendido cinco”. 19 A ese le dijo también: “Pues toma tú el mando de cinco ciudades”. 20 El otro llegó y dijo: “Señor, aquí está tu mina; la he tenido guardada en un pañuelo, 21 porque tenía miedo, pues eres un hombre exigente que retiras lo que no has depositado y siegas lo que no has sembrado”. 22 Él le dijo: “Por tu boca te juzgo, siervo malo. ¿Conque sabías que soy exigente, que retiro lo que no he depositado y siego lo que no he sembrado? 23 Pues ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses”. 24 Entonces dijo a los presentes: “Quitadle a este la mina y dádsela al que tiene diez minas”. 25 Le dijeron: “Señor, ya tiene diez minas”. 26 “Os digo: al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. 27 Y en cuanto a esos enemigos míos, que no querían que llegase a reinar sobre ellos, traedlos acá y degolladlos en mi presencia”».

28 Dicho esto, caminaba delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.