IV domingo de Pascua.
Jn 10,27-30
27 Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, 28 y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre, lo que me ha dado, es mayor que todo, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. 30 Yo y el Padre somos uno».