Lunes de la IV semana de Adviento
Lc 1,67-79
67 Entonces Zacarías, su padre, se llenó de Espíritu Santo y profetizó diciendo:
68 «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, | porque ha visitado y redimido a su pueblo,
69 suscitándonos una fuerza de salvación | en la casa de David, su siervo,
70 según lo había predicho desde antiguo | por boca de sus santos profetas.
71 Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos | y de la mano de todos los que nos odian;
72 realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, | recordando su santa alianza
73 y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán para concedernos
74 que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, | le sirvamos 75 con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
76 Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, | porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
77 anunciando a su pueblo la salvación | por el perdón de sus pecados.
78 Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, | nos visitará el sol que nace de lo alto,
79 para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, | para guiar nuestros pasos por el camino de la paz».