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Martes de la IV semana de Adviento, feria.
2 Sam 7,1-5.8b-12.14a.16
Sal 88
Lc 1,67-79
67Entonces Zacarías, su padre, se llenó de Espíritu Santo y profetizó diciendo: 68«Bendito sea el Señor, Dios de Israel, | porque ha visitado y redimido a su pueblo, 69suscitándonos una fuerza de salvación | en la casa de David, su siervo, 70según lo había predicho desde antiguo | por boca de sus santos profetas. 71Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos | y de la mano de todos los que nos odian; 72realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, | recordando su santa alianza 73y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán para concedernos 74que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, | le sirvamos 75con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. 76Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, | porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, 77anunciando a su pueblo la salvación | por el perdón de sus pecados. 78Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, | nos visitará el sol que nace de lo alto, 79para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, | para guiar nuestros pasos por el camino de la paz».